miércoles, 11 de enero de 2012

La mujer que tenía alergia a las canciones de amor

Caminando mis bambas tropezaron con el tacón roto de unas botas de moda.
Abrí todo el equilibrio para no caer de bruces,
por culpa de un trozo de banalidad.
Quizá fuera el fragmento de un corazón con fractura conminuta
que se acicala el pelo delante de un escaparate de barrio,
por si apareciera su casualidad.

Mirando sin rumbo encontré miradas perdidas en el tren,
ansiadas de fijar sus pupilas en un milímetro de carmín
...y bajar desnudando cada poro como si de su mejor sueño húmedo se tratase,
calmando con el flujo anónimo su sed de aventura urbana.
Hologramas en dosis para huir de la mediocridad diaria.

Esquivando fotomatones por las calles me entra urticaria,
invasión de pares con dedos entrelazados que hacen cola en cualquier comercio de tarde de sábado
...porque las visas siempre salen en las fotos de pareja
grapando una sonrisa a esos príncipes y reinas de hipotecas a compartir.

Un poco más tarde de cuando se ha ido a dormir la esperanza,
encajando medias risas tras la máscara en un bar,
mis yemas, parias del tacto ajeno, se aferran al botellín de cerveza,
frío e impar, como la cama que habitará esta noche
...recordando que las canciones de amor están demasiado sobrevaloradas.

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