martes, 3 de enero de 2012

Carta a la minutera

Me invade la calma irascible de tu paso imperativo,
cómo persigue mi sombra hasta que desaparece,
cuando el sol ha ganado la carrera
y juega a existir bañándose en la luz de una farola.


Los pasos lentos que erizan los poros
despiertan la prisa de latir
despacio, sin rumbo...


A veces el vacío existencial sube a la buhardilla
hastiando el lienzo de garabatos
y lo rasga infinitamente,
para que no queden guiones en esta obra improvisada.


Pasos alzados, flotando por los sueños,
vagan por callejones sin salida de la razón
para trepar por muros que dejan astillas en las palmas.
Recordando que vivir siembra heridas
...y regala el placer de curárselas una vez más.
Desempolvando el mecanismo oxidado que chirría hasta doler,
hasta penetrar en tu mente
y despertarte del letargo.


Mírame,
seguiré clavando las uñas en  tus ojeras.
Descamaré lentamente mis capas de cebolla
para hacer llorar a las tormentas
...y que caiga por fin en el planeta algo transparente.


Llena mi insaciable cajón de deseos con latas repletas de aire,
quiero perder el tiempo abriéndolas
...y descubrir por fin su esencia.




Hazte invisible


ante el horizonte 


que limita 


mis pupilas.

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