Llueve.
Y el agua arrastra la
mierda, mezclándola con el resto del planeta.
Llueve.
Y moja la ropa
lentamente, calando en las costras, desvirgando el caparazón.
Sin él no soy más que una
tortuga de piel humana, lenta, cobarde, torpe entre las masas.
Llueve.
La retina fija en la
ventana del tren, viendo como empapa la muchedumbre de la parada,
la humanidad ausente...
en vez de bajar a que
riegue mi alma y fluya la tristeza por las alcantarillas.
Llueve. Y vuelan
ambulancias.
Llueve. Y los claxons
irritan un poco más mi mente con su feria de ira.
Llueve. Corren niños con
botas nuevas.
Llueve.
Y el horizonte a juego
con el suelo, gris mediocre, gris contaminado...
a juego con la rutina.
Llueve. Y resbalan los
sueños.
Llueve.
Se borran los charcos,
ahora todo es un mar
dulce con barro y esputos.
Llueve...
mas nunca truena