martes, 6 de diciembre de 2011

Rascando

Escapar, 
huir,
volar...

De mi mente.
De mis horas de oscuridad y redes.

De tus dedos, esos que no recorren mi cuerpo,
ese que ahora creo que ha estado vacío tantos pasos de minutera,
disfrazando tu piel de manos ajenas...
hasta que explotó el mundo real.
Ese que no existe,
y juega a vaciar el interno eterno.

Que no vives, ni respiras, ni lates 
porque no estás tras mis pupilas,
como una imagen sólida reflejándose
temporalmente en el horizonte del recuerdo.

Ni reflejos de mis fases REM han conseguido idealizarte.

Invisible imagen inerte, inepta.
Estúpida seña que siguen las puntas de las uñas.
Raíces y cuerpos levitan por las aceras añorando lo impasivo
de pasar las horas medidas por sonrisas.

Mediocridad de la noche absurda en la que hoy me inundo
sin sentido de ridículos ni ecos.
Sólo una masa de vísceras con mutismo
que evaden su motilidad para expulsar la mierda más profunda.

La de la calma traidora
que yace sobre un cuerpo en ebullición,
olvidándose de olvidar el medio limón que dejó encima de la mesa
...y ahora cría hongos y varices.

Olvidando escoger su vista ante el espejo
y quitar la fruta podrida del alma.

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