Escarbo,
exploto
arraigo
en las tiras del aire,
materia inerte que cuelga de mis
pupilas.
Exploro,
expreso
las uñas en la pared de lo imposible
una y otra vez, llegando a la mitad.
Y cada centímetro de más alimenta el
deseo
cada piedra,
cada papel,
cada tijera.
Porque el tamaño importa
cuando se trata de penetrar sueños.
Arqueando la espalda,
diminuta sombra.
Paseando en recovecos,
las huellas gigantes
de pisotones que marcaron el camino.
No hay miguitas de pan
sólo alas incandescentes.
No sé qué trozo de hongo tocará esta
vez,
removiendo la imagen en el espejo del
horizonte.
No sé qué color inundará el estanque
después de la miel.
No sé qué máscara encontraré en el
armario,
paseando por las calles de una realidad
efímera.
No sé en qué palabra despertarán mis
labios.
En qué sílaba,
en qué saliva.
Sólo ver amanecer la intensidad,
sólo con ver amanecer.
No importa,
si veo amanecer la intensidad,
sólo con ver amanecer.